Luego de estudiar medicina en Padua, Nicolás Copérnico se doctoró en derecho canónico por la Universidad de Ferrara en 1503 y ese mismo año se le concedió en Polonia, por influencia de su tío, una canonjía y así se incorporó a la corte episcopal de éste en el castillo episcopal de Lidzbark, como su consejero de confianza.
Hasta entonces no existía evidencia alguna de que Copérnico sintiera mayor interés por la Astronomía. Fue en 1507 que elaboró su primera exposición de un sistema astronómico heliocéntrico, en el cual la Tierra giraba en torno al Sol. De esta forma, se opuso al tradicional sistema tolemaico, en el que todos los movimientos de los cuerpos celestes giraban en torno a nuestro Planeta.
Teoría Heliocéntrica
El modelo heliocéntrico de Nicolás Copérnico es por lo que se lo reconoce como el iniciador de la revolución científica del Renacimiento europeo, ya que constituye una aportación definitiva a esta gran época. Antes de la teoría heliocéntrica, había gobernado durante catorce siglos la concepción geocéntrica del universo en la que se establecía que la Luna, el Sol y los planetas se encontraban en esferas fijas girando alrededor de la Tierra. Con Copérnico, el Sol se convertía en el centro inmóvil del universo y por tanto la Tierra, tenía dos movimientos el de rotación sobre sí misma y el de traslación, alrededor del Sol. Sin embargo, esta teoría de Nicolás Copérnico, aún estaba limitada por las estrellas fijas de la teoría tradicional.
La importancia de Copérnico no se limita a su teoría más o menos acertada de la ciencia astronómica, sino que también puso en duda los postulados de filósofos y escolásticos de la época, al proponer la estructura del cosmos, en la que se homologa a la Tierra con los demás planetas en movimiento alrededor del Sol. Así se abría la primera brecha entre magia y ciencia, por lo que también se la denominó la revolución Copérnica.
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